jueves, 2 de mayo de 2013

El caso de Jonathan Swift.


En literatura la palabra serendipia designa aquellos textos que han adelantado acontecimientos sin que sus autores fueran, en principio, conscientes de sus dotes proféticas. Y no nos referimos a las llamadas novelas de anticipación, como podrían ser las de Julio Verne, Arthur C.Clarke o H.G.Wells, autores que de alguna forma supieron hacer prospectiva en los campos científicos objeto de sus obras, sino a vaticinios mucho más extraños.

De igual modo, la expresión serendipia literaria tampoco hace alusión a las intuiciones que ciertos autores hicieron sobre sus propias vidas, como ejemplifica el caso de aquel Mark Twain que pasó los últimos días de su vida repitiendo eso de ‘yo nací con el cometa y me iré con él’, y que murió el 21 de abril de 1910, justo cuando el Halley surcaba nuestro cielo.


Todo lo contrario, la auténtica serendipia literariaes aquella en la que no existe ninguna intención profética en las palabras escritas o dichas por el autor. El caso de Jonathan Swift es, sin ningún género de dudas, el más representativo. El irlandés, de quien se ha dicho que era un iniciado en asuntos esotéricos, consiguió la gloria literaria con Los viajes de Gulliver. Sin embargo, lo que más interés ha despertado es la parte en que se habla de dos estrellas menores, que orbitarían alrededor de Marte, a las que el autor bautizó como “Miedo” y “Terror” y a las que describe de un modo muy similar a lo que, 156 años después, descubrirían los telescopios al divisar las dos lunas que realmente orbitan Marte, llamadas a partir de entonces Fobos y Deimos (el equivalente griego a los nombres dados por Switf, Miedo y Terror).
Pese a todas las especulaciones que esta suerte de premonición han provocado entre astrónomos del mundo entero, nadie ha elaborado una teoría fiable sobre cómo supo el irlandés de la existencia de dos satélites en aquel tiempo imposibles de detectar.

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